Desde la plaza de armas de un lugar cualquiera, te escribo una carta para que tú sepas lo que ya sabías, aunque no lo dijeras.
Espero que llegue a tus manos y, que no la devuelvas.
Que pagues el rescate que abajo te indico.
Yo tampoco me explico, por qué no acudí antes a ti?
Pero nadie puede salvarme, nadie sabe lo que sabes.
Y tampoco entregarían lo que vale mi rescate.
marzo 21, 2009
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